Cuando desempeñamos cualquier actividad profesional actuamos bajo una serie de pautas y normas éticas recogidas en un código deontológico. El objetivo es fomentar las buenas prácticas profesionales en favor de la armonía laboral y social.
Durante el desarrollo de su actividad, los profesionales pueden enfrentarse a situaciones que implican decisiones morales. La ética profesional contribuye a saber qué es lo que está bien y lo que está mal en el ejercicio de la profesión.
Entre los valores que rigen la mayoría de los códigos deontológico encontramos la responsabilidad, el respeto, la diligencia, la justicia o la honestidad. Se trata de valores que los profesionales han de aplicar de manera individual, pero que tienen un beneficio colectivo, tanto para su profesión como en el ámbito social.
El incumplimiento del código deontológico o código ético puede ser sancionable, además de causar una mala imagen profesional y empresarial.
Hay que tener en cuenta que hay profesiones que repercuten en uno u otro sentido en la vida de las personas, como es el caso de los médicos, abogados o periodistas. Por tanto, contar con un código ético es imprescindible para que ejerzan su actividad dentro de unos parámetros de justicia, equidad, veracidad, honestidad y responsabilidad.
La aplicación del código ético permite no solo armonizar las relaciones laborales entre los trabajadores sino aumentar la confianza entre los clientes y el entorno empresarial.
Muchas empresas tienen recuren a los test de honestidad y ética con sus trabajadores y colaboradores para conocer los valores, principios y comportamiento éticos que tienen. Con este tipo de medidas, las organizaciones pueden prever y evitar escenarios de conflictos éticos, o tomar medidas preventivas y correctivas.